Parque Emiro Kastos 2002
Foto: David Fernando Gómez Gómez
|
Foto: Samuel
A. Gómez G.
|
El
elegante parque “Emiro Kastos”, que
ocupa la plaza principal, tuvo un costo de $ 4.000.00. Al parque le dan sombra
las palmas, los guayacanes, las ceibas, y una araucaria en cuyas ramas se
refugian las aves que alegran el lugar. En el centro está la efigie del
libertador Simón Bolívar mirando hacia la alcaldía y a un costado guarda celoso
el busto del expresidente de Colombia Mariano Ospina Pérez y a sus alrededores
las banquitas donde se celebra los contratos sociales de los compadres y
abuelos y se dan cita uno que otro enamorado. Según testimonios orales su
diseño se le debe al señor José María Viveros el abuelo de la pedagoga Estela
Calle V.
En 1942, parque Emiro Kastos, imaginario del señor Daniel de Jesús Granados Cano
a la edad de once 11 años. Diseño elaborado a pulso, usando como herramienta
sus escenas infantiles que a sus setenta y seis años afloran lúcidamente para
plasmarlas y mostrarnos el ayer un poco lejano, o un pasado cercano que nos
invita a evocar los sucesos de nuestra niñez para transmitirlas a las nuevas
generaciones, ellas reconocerán el legado que nos han dejado y poder construir
con entusiasmo el futuro a sus hijos con un Amagá orgulloso y altivo de su
raza.
En este parque podemos observar las palmeras, los guayacanes, las
ceibas, y las araucarias en las que anidan las
aves que alegran con sus bellos trinos; en el centro está la efigie del
libertador Simón Bolívar y a sus alrededores las
banquitas donadas por Pilsen Cervunión, allí se celebran los contratos sociales entre los compadres y abuelos, que ponen como testigo a Dios y
como única escritura el valor de la palabra empeñada, además, también se dan
cita uno que otro enamorado que con su gracia y oratoria trata de conquistar a
su bella damisela.
EL PARQUE DE AMAGÁ,
VISTO POR DANIEL GRANADOS CANO EN 1.942
Don Daniel Granados Cano, ingresó a estudiar en la Escuela Alejandro
Toro a la edad de ocho años como todos los niños de su época; recuerda que
dicha Institución estada administrada por el Director de apellido
Duque, no le
recuerdo
su nombre y como docentes a Don Sacramento Giraldo, Don José Palacio, Don
Roberto Botero, Don Miguel Cadavid y Don Ernesto y Freidor, sus apellidos no
los tengo en la memoria. Estos maestros se caracterizaban por impartir una
disciplina muy rígida, eran muy exigentes y disciplinados en su labor docente.
En
el año de 1942, después de ser inaugurado el parque, el profesor de dibujo nos
llevó a conocerlo, lo recorrimos y lo
observamos en detalle, luego nos exigió pintarlo en el cuaderno de dibujo;
todos los niños nos sentamos en el suelo, en los muros o en las banquitas para
hacer la tarea encomendada, en ese entonces estaba cursando el grado tercero de
primaria.
Recuerdo,
nos dice don Daniel, el parque estaba organizado de la siguiente manera: en el
centro la estatua del libertador Simón Bolívar que estaba mirando hacia la
Alcaldía y la Casa Cural Vieja (casa donde vivió la familia Calle Herrera,
después tuvo la sede el Colegio el Rosario 1955, la biblioteca municipal 1977 y
posteriormente en el año 2005 se demolió para construir allí el Centro de
Acopio o plaza de mercado), los bordes eran de cemento como se aprecia en la
fotografía, las calles y carreras que cruzan el parque e igualmente las escalas
de entrada y salida eran de grama; luego con el tiempo se empezó a en cementar
estos espacios con el producto de las multas que se les imponía a los borrachos
o a las personas que insultaran o pronunciaran la palabra “hijueputa o
bellaco”. El Concejo municipal mediante Acuerdo prohibió el uso de tales
palabras y quien la pronunciara sería multado con un bulto de cemento, so pena
de ser encarcelado por varios días. El parque se organizó a base de madrazos.
Los triángulos tenían forma de montañitas y los bordes en forma de pino, la
sabana sobresale tanto en el parque como en la plaza en general; junto a la
imagen de Simón Bolívar estaban las bancas de cemento donadas por Pilsen
Cervunión, allí celebraban los contratos sociales los compadres, parientes y
abuelos, que ponen como testigo a Dios creador de todas las cosas y como única
escritura el respeto por la palabra empeñada, también, se dan cita los
enamorados que jurando eterno amor, pactan su casamiento, esto ocurre bajo la
sombra de las imponentes palmeras, los cipreses, araucarias y guayacanes en los
que anidan las aves que alegran con sus bellos trinos; no se necesitaba de
basureros, porque se poseía cultura ciudadana de aseo y limpieza, todos sus
habitantes teníamos identidad y sentido de pertenencia.
El
municipio brindaba especial atención al parque y a la plaza en general, para
ello nombró de tiempo completo a un funcionario que se encargaba de
embellecerlo y hacerle el debido mantenimiento. Estar en el parque daba gusto,
nos sentíamos muy orgullosos de el, pues era muy bonito y muy bien diseñado. Se
le dio el nombre de “Emiro Kastos” en homenaje a uno de sus hijos ilustres,
escritor de alto nivel; luego con el paso de los años, cada administración
empezó a modificarlo y a cambiarle su diseño original, e incluso la posición de
la estatua de Simón Bolívar, ahora está dando el frente a la fachada del templo
parroquial y carece de su espada.
En
el mismo orden de ideas, recuerdo que las carnicerías estaban ubicadas en el
costado oriental y norte del parque, es decir, las mesas para la venta de la
carne se empezaban a ubicarse al frente donde existió la cantina
“La Gata Negra” o mejor donde está la droguería Siveles, hasta llegar
al frente de la Alcaldía, la venta de la carne se hacía sin ningún control de
higiene, pues esta se envolvía en hojas anchas, el papel de cuido y en algunos
casos en papel periódico; también se tenía venta de frutales, de ello se
encargaba la señora María la Correlona y los hermanos Vanegas, las revuelterías
vendían plátanos, yuca, fríjol y maíz principalmente traídos de las veredas,
estos se colocaban en el suelo; los venteros eran muy pocos, recuerdo a Don
Alfonso Restrepo, Milio López, Jesús Calle, Manuel Vélez, los hermanos Fernando
y Manuel Colorado y un señor de apellido Rivera; la morcilla la expendía la
señora Evangelina Cano, mi madre; otros vendedores eran María Jesús Usma, Julia
Cano, María Quiroz y Antolina.
Los señores Juan Rafael Ángel, el papá, Guillermo Ángel
y Don José Vicente Flórez (llamado el Payaso por su dotes de comicidad, pues a
cualquier cosa le casaba chiste y hacía reír a todos los que lo veían),
amagaseños que en varias oportunidades eran detenidos por sus escándalos
públicos motivados por sus constantes borracheras; en épocas de lluvia se
bañaban usando las aguas que corrían por las techumbres de las viviendas de la
plaza, a su vez hacían mojarse a los agentes de policías quienes trataban de detenerlos
y llevarlos a la cárcel, en aquel tiempo, los agentes, usaban como arma
defensiva las bayonetas (especie de espada) con las que imponían autoridad y
controlaban el orden público; recuerdo especialmente a don Jacinto Sánchez,
Jesús Rivera, “Pildoro”, Aurelio Álvarez en el caso urbano, también estaban los
agentes rurales
Luis Muriel y Julio Rodas en la vereda Yarumal; el Comandante se
llamaba Jesús Uribe apodado “El Indio”.
Entrevista
realizada por Daniel de Jesús Rivera Granados, hijo. Octubre de 2007.
No hay comentarios:
Publicar un comentario