¿ CÓMO ES AMAGÁ ?
Amagá
enclavado en un pequeño valle de la cordillera Central, dormida sobre inmensas
moles de carbón, custodiada por cerros y colinas. Sus calles bien trazadas; lo
mismo sirven de vía a los modernos vehículos, que a las recuas de mulas que
llegan del campo, cargadas unas de café, otras de carbón o con la dulce carga
de los frutos de la tierra.
En
su plaza crecen airosas las palmas, con las que juega el viento y se elevan los
guayacanes como faros el penacho dorado de su simbólica flor. Allí la orquídea
se aferra a los troncos centenarios, la Araucaria eleva al cielo su cónica
figura, las ceibas con su frondoso follaje ofrecen refugio a las aves y grata
sombra a quienes descansan plácidamente bajo sus ramas.
El
domingo, se conjugan el color y la alegría. En los típicos toldos sonríen
maduros los frutos venidos del campo,
que conservan todavía el perfume de la tierra y en el pequeño parque, las
banquitas, donde se da el encuentro feliz de los compadres y de los aguerridos
abuelos, se celebra el negocio o se cumplen románticas citas del rústico peón y la típica campesina.
Desde la torre que señala al cielo, eleva la campana su plegaria simple
y congrega junto al altar a un pueblo que mira en la fe de sus mayores; la
razón de su existencia.
Por las noches, el pueblo se recoge silencioso, bajo un cielo
estrellado, mientras la luna ronda por los montes, bañando con su lumbre los cafetos.
El
silencio del pueblo se acorta con los pasos firmes de los mineros que se
adelantan al alba para iluminar los socavones con el fulgor matinal de su
esperanza.
Este es Amagá, “raza y espíritu que son expresión de Antioquia
trabajadora”.
Samuel Antonio Gómez Gómez
Docente Investigador Educador Escuela Normal Superior Amagá
Samuel Antonio Gómez Gómez
Docente Investigador Educador Escuela Normal Superior Amagá
Cordial Saludo
ResponderEliminarAun que ya he escuchado hablar de mi Municipio Amagá, esta descripción me trasporta en parte a muchas escenas que no me tocó vivir, por ejemplo: no conocí los toldos en el parque.